La forma en que percibimos el mundo que nos rodea puede cambiarlo por completo. Muchas veces no es lo que sucede, sino cómo lo interpretamos. Nuestro entorno responde, en gran parte, a la actitud con la que lo enfrentamos. Si salimos a la calle esperando hostilidad, la encontraremos; pero si vamos con una mente abierta, agradecida y positiva, notaremos más sonrisas, más gestos amables y más razones para tener fe en la humanidad.
Cada día es una oportunidad para ajustar nuestros lentes internos y ver el mundo con más empatía y esperanza. Lo que damos al entorno, regresa multiplicado: si proyectamos amabilidad, respeto y amor, lo más probable es que eso mismo llegue a nosotros. Recordemos que no podemos controlar todo lo que pasa afuera, pero sí podemos decidir cómo respondemos y qué energía queremos sembrar en nuestro paso por la vida.
"No vemos las cosas como son, las vemos como somos nosotros." — Anaïs Nin
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