Cómo convertir problemas en oportunidades

Cómo convertir problemas en oportunidades

Fuente:EL STRATEGOS,03/06/2023 08:22 am

Por El Strategos 

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Imagen / pexels / Kindel Media

El asunto no es considerar que los problemas SON (o PUEDEN SER) oportunidades. Se trata de entender que los problemas se deben CONVERTIR en oportunidades.

Hay importantes diferencias en esto.

(Temática tratada y extraída del libro “Cómo enfrentar y resolver problemas en los emprendimientos y en la vida“, de Carlos Nava Condarco)

Constituye una ingenuidad transitar la vida mirando todas las cosas a través de lentes teñidos de positivismo. Hacer el esfuerzo de considerar que todas las adversidades y dificultades que presenta el camino son oportunidades no genera un cambio automático de la realidad. Los problemas provocan efectivos contratiempos, dolor y sufrimiento. Esto no es ficción ni producto de mentes débiles.

Por otra parte, cambiar esos lentes teñidos de positivismo por otros matizados siempre de esperanza, tampoco provoca cambios en hechos o situaciones. Pensar que los problemas “pueden ser” oportunidades, solo sostiene el “statu quo”.

Algo completamente diferente es considerar que todos los problemas se pueden CONVERTIR en oportunidades.
La posibilidad de conversión es una convocatoria a la acción. Y si se trabaja apropiadamente, todo problema puede transformarse EFECTIVAMENTE en una oportunidad.

¿Por qué todo problema puede convertirse en oportunidad? Sencillamente porque los problemas son eventos: sucesos que tienen origen, desarrollo y fin.

No existen problemas cuya naturaleza “estructural” trascienda periodos muy largos o incontrolables de tiempo. Por otra parte, y por denominación, no existen problemas que sean irresolubles. Dado que es verdad que si un problema no tiene solución, entonces ¡no hay problema!

Ahora bien, ¿la solución de un problema se convierte automáticamente en oportunidad?

No.

Para que ello suceda son necesarios los esfuerzos y habilidades de conversión.

Si fuese de otra manera, la dinámica del mundo sería distinta y no existirían diferencias entre los hombres. Si todos convirtieran fácilmente sus problemas en oportunidades, ¿qué tipo de mundo se tendría hoy?

Convertir problemas en oportunidades no es fácil. Pero es un proceso que se encuentra al alcance de todos.


Paso # 1.- Aceptación (“Todo lo que resistes, persiste”)

Lo primero que debe existir cuando surge un problema es la aceptación completa y honesta de los hechos que éste provoca.

Los problemas se presentan como eventos inesperados o situaciones que no se ajustan a las expectativas. En este sentido tienen una particularidad irrefutable: son hechos.

Se puede efectivamente reaccionar de inmediato (cuando las condiciones se prestan a ello) y revertir la situación. Pero esto involucra igualmente dos cosas concretas:

a) el problema generó hechos

b) pasó un tiempo determinado para que fuese alterado o corregido.

En ambos elementos queda implícita la aceptación.

El mayor error al enfrentar un problema es no aceptar la existencia de los hechos y, por el contrario, resistirse a ellos.

Una vez que se producen ya no existe poder sobre ellos. Hay posibilidad de controlar las reacciones, pero los hechos no. Esto no quiere decir que los resultados deban tomarse con agrado o que no provoquen incomodidad y frustración. Pero transitar de estas emociones a un estado de resistencia impide que la solución se transforme en una oportunidad.

La aceptación lógica y natural de los hechos tiene efectos positivos sobre el estado emocional, al menos diferentes a los que produce la resistencia. Y una situación emocional en la que prevalezca cierta calma y sana resignación, aumenta la lucidez y capacidad de las facultades racionales.

Aceptar las cosas tal como son es señal de sabiduría. De coherencia mental. Nunca una muestra de resignación o irresponsabilidad. Los hechos pueden cambiarse con otros hechos, es cierto, pero esto no significa que no existieron.

La sana aceptación, producto de una mente elevada, puede eventualmente conducir al estado más preciado del universo emocional: la paz. Ante ella se disuelve cualquier problema, toma forma toda posibilidad de solución y construcción de oportunidades.


Paso # 2.- Trabajar con el tiempo a favor, no en contra.

Enfrentar un problema, solucionarlo y eventualmente convertirlo en oportunidad demanda “tomarse un tiempo”. El necesario para aceptar la situación y reflexionar sobre sus implicaciones. Si las reacciones no forman parte de consideraciones meditadas no deben realizarse.

La mayoría de los problemas tienen solución en los dominios de la razón, y ésta se capitaliza cuando el tiempo trabaja a su favor. Son menos costosos los efectos de un problema en periodos de tiempo “bajo control”, que soluciones tomadas al calor de los hechos. En esto, como en muchas cosas de la vida, el tiempo juega a favor o en contra. Las personas que tienen habilidad de convertir problemas en oportunidades, colocan el tiempo de su parte.
 

Paso # 3.- ¡No abandonar! El problema “ya mostró sus cartas”, ahora juega usted.

Solo existe un motivo razonable para abandonar el esfuerzo de solucionar un problema y convertirlo en oportunidad: el hecho que la oportunidad se encuentre fuera del problema y de su eventual solución.

Muchos problemas y adversidades constituyen una señal para abandonar el camino que se está transitando. Pero esta conclusión debe ser un efecto del esfuerzo de conversión, nunca el punto de partida.

Ningún problema debe tener el poder para conseguir que se abandone prematuramente el esfuerzo de convertirlo en oportunidad. Este error anula inmediatamente toda posibilidad, y es precisamente la falta que comete la mayoría de la gente.

Al generar hechos, el problema también ofrece la posibilidad de una reacción precisa y acertada. Antes que el problema ocurra todo existe en el plano de las posibilidades. En cambio una vez manifiesto, muestra hechos concretos sobre los que se puede trabajar y preparar la respuesta.

Hay ciertamente una “ciencia” en el esfuerzo de “prevenir” problemas y adversidades. Pero ello se desenvuelve en el plano de las hipótesis. En tanto que el problema efectivo expone hechos que eliminan toda especulación. Se conoce empíricamente la situación y puede ser abordada con inteligencia.

Cuando el problema “muestra sus cartas”, el movimiento de respuesta puede ser mucho más contundente y efectivo: allí germina la oportunidad.
Las segundas, terceras, cuartas respuestas a un problema tienen cada vez más calidad, y eventualmente pueden conducir a la solución.

Existen problemas complejos que demandan sucesivas respuestas. Pero si ellas se enmarcan en la aceptación, trabajan con el tiempo a favor y conocimiento claro de los hechos, tienen buena probabilidad de ser exitosas.

Perseverar en las respuestas inteligentes a un problema es una virtud cuando ello no sucede bajo el gobierno de emociones descontroladas y la tiranía del tiempo.

¿Cuándo corresponde abandonar el proceso de solución y conversión de un problema? Cuando luego del trabajo invertido se percibe que en la solución del problema en particular no surgirá ninguna oportunidad importante.

Ése momento resulta evidente que la oportunidad se encuentra, más bien, en abandonar los esfuerzos y “mirar para otro lado”.

Los problemas no son exclusivamente señales que obligan a modificar la dirección o forma de hacer ciertas cosas. Son en muchos casos indicadores de ALTO. Sutiles órdenes de cambiar drásticamente todo: propósitos, objetivos, metas, destinos, etc.

En estas situaciones los problemas no solo se pueden convertir en oportunidades, también aliados contra el equívoco, e incluso bendiciones que evitan penas mayores.
Muchas personas aprenden a vivir exitosamente apoyándose en los problemas que encuentran y enfrentan. Los hacen provechosos compañeros de viaje. Y consiguen que el viejo adagio se cumpla: “…todo lo que sucede, por algo sucede, y siempre es para bien”.

 

Paso # 4.- Adoptar una visión holística del problema.

Los problemas son como los árboles de un bosque. Y como tales forman parte de un conjunto, una realidad mayor a ellos mismos.

Los problemas tienen, sin embargo, la capacidad de conseguir que la visión periférica de las personas se reduzca, al punto de enfocarse solo en ellos. Este error impide que el proceso de conversión fluya como corresponde.

Es apropiado y conveniente enfocarse en la solución del problema, pero nunca en el problema mismo.

Las soluciones y la posibilidad de convertirlas en oportunidades emergen de la contemplación de todos los elementos que forman “el bosque”.

Visualizar el conjunto, analizarlo como tal y no solamente por las partes que lo componen, significa adoptar una visión holística del problema. No existe ningún árbol que tenga en sí mismo la capacidad de condicionar el destino del bosque.

Así no existe NINGUN problema que pueda condicionar el destino de una persona si ella lo aborda desde una perspectiva holística.

Cuando algo está mal, muchas otras cosas están bien. No hay motivo racional para permitir que un problema en particular produzca un “efecto dominó” que altere todo lo que se encuentra sin daño. En realidad debe suceder precisamente lo contrario: el conjunto determinar el arreglo de la parte.

Todo lo “bueno” debe gravitar en la solución del inconveniente. Así se produce otro fenómeno virtuoso, el de la homeostasis.

Cuando las personas no adoptan una visión holística de sus vidas, propenden a ver solo el problema. O ven todo lo demás bajo la óptica distorsionada que produce el inconveniente. Lo más probable es que un balance objetivo de sus vidas refleje bienestar. Pero el problema (o los problemas), tiñen ésa realidad con una visión negativa y desesperanzadora.

Al ver el problema y la vida misma con una visión holística se puede comprobar que la existencia trasciende cualquier tipo de eventualidad. Mucho más aquellas de “carácter negativo”. Porque finalmente el mero hecho de estar vivo, es la posibilidad por antonomasia y la bendición perfeccionada.

Nada de esto es un sofisma o una interpretación poética de las cosas.

¡Los problemas existen y tienen graves efectos en las personas! No hay margen para argumentar lo contrario. Pero también es real la otra cara de la medalla: ¡todo problema tiene solución y puede convertirse en una oportunidad!

Que las personas adopten una u otra visión del tema depende del deseo que tengan de ser productivas y competitivas. De la decisión que hayan tomado para ser dueños de su propia vida y no títeres de las circunstancias. De la determinación de convertirse en la mejor versión de sí mismos y no un modelo que esculpen las eventualidades.

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