Por Sonora Star 
A diferencia de lo que muchos creen, el primer paso del desarrollo humano no es tener una buena autoestima, sino la aceptación. Hoy en día, el concepto de “tienes que amarte a ti mismo” parece estar de moda. Sin embargo, considero que sería más acertado cambiar la frase por: “Tienes que dejar de odiarte”.
Constantemente nos encontramos enjuiciándonos, criticándonos, tratando de cambiar y ser diferentes. ¿Por qué? Porque no nos aceptamos.
Tenemos una falsa imagen de nosotros mismos por el famoso “deberías ser”.
Desde que somos pequeños nos hacen creer que somos seres incompletos, que tenemos que llegar a ser alguien en la vida, estudiar y triunfar.
Esto provoca que a nivel inconsciente se genere la creencia de que “si tengo que llegar a ser alguien, es porque ahora mismo no soy nada”.
Durante la edad adulta temprana nos llenamos de inseguridades y complejos. Muchos nos sentimos así, y algunos otros que aparentan lo contrario, suelen usar métodos para compensarlo, calmando su angustia con algo socialmente aceptado como cigarro, alcohol, ejercicio en exceso, trabajo en exceso, entre otras salidas.
Vivimos en una época en la que queremos todo fácil y rápido. Pero el mundo en el que vivimos está hundido en la indiferencia y la injusticia. El cáncer de esta sociedad es la falta de empatía.
Lo que mata de hambre, lo que tolera las guerras, lo que acaba con la naturaleza, lo que permite los abusos y la violencia es nuestra indiferencia y apatía.
Somos muy buenos para juzgar, para quejarnos o para opinar sobre las vidas ajenas, pero no ponemos el ejemplo con hechos. Nos la pasamos contándole a las personas lo que queremos hacer, pero realmente hacemos poco.
Nos comparamos con los demás sin darnos cuenta de que cada persona tiene talentos diferentes. Tu único marco de referencia debe ser “tú contra tu pasado”, para mejorar cada día al aprender de tus errores y experiencias.
Los problemas en sí no son realmente problemas, la vida no es un examen que debemos aprobar.
La vida es un trayecto en el que nos encontramos con situaciones adversas para aprender lecciones que nos vuelven más inteligentes y más fuertes, y si no aprendemos de ellas, lo más seguro es que vuelvan a repetirse.
La felicidad y el éxito NO son metas, son caminos. Son una decisión; si no decides ser feliz ahora, probablemente no sientas felicidad hasta que decidas cambiar tu actitud.
Es momento de cambiar la narrativa de tu historia, de dejar de sentirte víctima de las circunstancias y tomar el control. Solo tú puedes hacerlo al atreverte a tomar responsabilidad de tus actos y dejar las culpas de lado.
Solo los valientes rompen con lo que les fue impuesto por la sociedad o familia.
Acepta que no todo en la vida va a ser fácil, que no todos van a pensar como tú, que no le vas a caer bien a todas las personas.
Acepta tus defectos, pues lo que negamos de nosotros mismos es lo que nos condena, pero lo que aceptamos nos transforma.
Puedes vivir negando una parte de ti por considerarla “mala”, pero te aseguro por más que la niegues seguirá estando ahí.
También puedes decidir aceptar esta parte de ti, y decidir si estás dispuesto a trabajar en modificar tu conducta.
Si eliges aceptarte, no solo dejarás de vivir en conflicto contigo mismo, sino que comenzarás a comprenderte mejor y a tener más compasión hacia tus acciones.
Aprendamos a aceptar a las personas por lo que son, y no por lo que nos gustaría que fueran.
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