Por Muy Interesante
Imagene / Pexels / olia danilevich
Aunque el origen de esta tradición procede de las tribus celtas irlandesas, su popularización ocurrió en el siglo XIX con la leyenda de Jack O'Lantern.
Halloween, que se celebra cada año el 31 de octubre, es conocido por sus tradiciones únicas, una de las cuales es la asociación con las calabazas. Así, si en la actualidad se piensa en la celebración de Halloween, las calabazas son una de las primeras cosas que vienen a la mente de uno.
Aunque es cierto que, en la antigua fiesta de Samhain, los celtas solían utilizar nabos vaciados que llenaban con carbones al rojo o velas como faroles para guiar a los espíritus e iluminar los caminos, la asociación de este tipo de faro vegetal con Halloween proviene del siglo XIX. Los inmigrantes irlandeses que llegaron a Estados Unidos se llevaron con ellos algunas de sus tradiciones y las extendieron con leyendas y cuentos populares como el que nos ocupa para este caso: la historia de Jack O’Lantern.
Cuenta la leyenda que Jack era un hombre ruin y malvado con una fuerte afición por la bebida y una astucia incomparable para salirse con la suya. Un día, el mismísimo diablo de madera y lo atrapó, obligándole a jurar que le daría diez años más de vida en los que no podría hacerle nada. Desesperado, el diablo tuvo que aceptar el chantaje.
Pasados los diez años, el ángel caído regresó para cobrar su deuda pero, como parece ser que debía hacer siempre antes de sesgar un alma, aceptó cumplir la última voluntad de Jack. Este le pidió que trepara a un árbol y le trajera la manzana que había crecido en lo más alto y, cuando el diablo ya estaba arriba, talló una cruz en el tronco y lo rodeó con pequeñas cruces de madera, atrapándolo de nuevo. Esta vez, consciente de su segunda victoria, Jack le exigió que dejase su alma para siempre.
Con el tiempo, Jack muró y su espíritu fue expulsado del cielo por los múltiples pecados que había cometido en vida. Entonces, buscando refugio, bajó a los infiernos e intentó convencer al diablo de que le acogiera allí. Este, rencoroso todavía, le recordó que no podía poseer su alma y le expulsó del infierno, arrojándole unas brasas que arderían eternamente. Jack las introdujo en un nabo y lo utilizó para alumbrar su camino por la Tierra mientras buscaba algún lugar de descanso y reposo para su alma atormentada.
A finales del siglo XIX, esta leyenda ya estaba muy extendida y el Jack O’Lantern era un método para alejar al diablo en las noches de Halloween. Debido a que había un excedente de calabazas en el país y a que eran más fáciles de vaciar y tallar, los nabos fueron siendo sustituidos hasta que la calabaza se convirtió en un símbolo inherente a la propia celebración de Halloween.
Otro relato, probablemente posterior, sugiere que Jack se negó a ayudar a conseguir los ingredientes para preparar una sopa de Halloween a una bruja. Esta, como castigo, impuso una maldición terrible a Jack: una calabaza gigante le engulló y desapareció para siempre. Como consecuencia de esto, la calabaza adoptó rasgos similares al rostro humano.
En Irlanda y Escocia, los ciudadanos empezaron a hacer sus propias versiones de la linterna de Jack tallando caras aterradoras en nabos o patatas y colocándolas en ventanas o cerca de puertas para ahuyentar a Stingy Jack (o incluso Jack el Tacaño) y otros espíritus malignos errantes.
Esta adopción de la calabaza como medio preferido para tallar coincidió con el auge de Halloween como festividad importante en Estados Unidos. De la misma forma, la tradición estadounidense de "truco o trato" (trick or treat) también ayudó a aumentar la popularidad de la calabaza, ya que los niños tallaban caras aterradoras en las calabazas y luego las encendían con velas para asustar a sus vecinos.
Hoy en día, la calabaza se ha convertido en un símbolo icónico de Halloween, representando el espíritu de la temporada en todo su espeluznante esplendor. ¿Preparado para una noche de miedo?
Le puede interesar:
¿Cómo ven los perros el mundo?