En este artículo podrás entender qué es y cómo funciona la resiliencia en cada uno de nosotros. Entenderás los factores que predisponen su aparición, así como aquellos que limitan su desarrollo. Te invitamos a leer las siguientes líneas con un espíritu crítico, intentando llevar cada uno de los conceptos a tu vida personal, de manera que puedas tomar conciencia de tus propios niveles de resiliencia y cómo desarrollar hábitos para incrementarla.
¿Qué es la resiliencia?
Arturo y Elena tomaron el metro, como cada mañana para ir a su oficina en el departamento de marketing de una prestigiosa empresa multinacional. El azar los hizo coincidir en el ascensor como muchas otras veces, se saludaron juntando los codos y con una sonrisa que apenas se veía por encima de la mascarilla. Al llegar a la oficina se percataron de las caras de sus compañeros y jefes e inmediatamente supieron que algo extraño estaba pasando. La empresa había tomado la decisión de cerrar la oficina de Madrid y desde ese preciso momento todos estaban desempleados. Después de recibir la información y los pasos administrativos correspondientes, Arturo se dispuso a tomar el ascensor y vio que Elena sostenía el botón esperándole:
Arturo: “No se que voy a hacer, tardé años en conseguir este trabajo y no creo que pueda conseguir algo parecido”
Elena: “Si conseguiste este, puedes conseguir otro, igual o mejor”
Arturo: “No es tan fácil, con la pandemia nadie está contratando”
Elena: “Fácil no es, pero imposible tampoco. Piénsalo así: hasta esta mañana tu trabajo era hacer la campaña de marketing de la empresa. A partir de este momento tu trabajo es hacerte una campaña de marketing a ti mismo”
El ascensor se abrió, Elena sostuvo el botón del ascensor a un Arturo que mantenía la mirada perdida.
¿Por qué algunas personas logran enfrentar la adversidad como algo cotidiano y otros en cambio viven cada fracaso como si el mundo se acabara? La resiliencia nos ayuda a entender estas diferencias. Su definición va más allá del optimismo y está relacionada con un grupo importante de factores que ayudan a entenderla.
Si consultamos el diccionario de la Real Academia Española encontramos dos acepciones asociadas al término:
“Resiliencia: Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”
“Resiliencia: Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”
El primer concepto está relacionado con un ser vivo y el segundo concepto viene de la física y nos habla de condiciones de materiales, mecanismos o sistemas. Ambos conceptos tienen dos elementos en común: la presencia de una situación perturbadora (adversidad) y la habilidad de volver a un estado anterior (recuperación). Entonces cuando hablamos de resiliencia nos referimos a la posibilidad de reenfocar el fracaso, al punto de entenderlo como cotidiano y hasta necesario para fortalecernos mientras nos recuperamos.
La metáfora de “El Junco y el Roble” permite comprender con mayor claridad el concepto de la resiliencia:
Cuentan que una vez hace muchos años crecieron juntos un junco y un roble en la misma orilla del río. Compartían las delicias de la primavera y la rudeza del invierno, pero nunca estaban de acuerdo. Un día el roble dijo al junco:
– ¡Realmente eres digno de compasión! El menor soplo de aire te tumba. Mis poderosas raíces son el mejor antídoto contra el viento. Sabes que tengo razón.– Tal vez, dijo el junco, tengo un aspecto débil y comprendo tu preocupación. Pero no te fíes… ¡La flexibilidad es mi gran fuerza, pues aunque me doblo, nunca me rompo!
Tras una larga discusión empezó a soplar un viento terriblemente fuerte. El junco bailó al son del vendaval, flexible ante sus peticiones. El roble, rígido y estricto, permaneció inmóvil ante aquella furia. A la mañana siguiente, el junco se alzó sacudido y conmocionado, pero vivo, sólo, para descubrir a su lado un gran agujero, justo donde el roble aposentaba sus raíces.
¿La Resiliencia es Innata o aprendida? ¿se puede ser más resiliente?
Los niños no empiezan a caminar de la noche a la mañana. Es un proceso evolutivo. En un momento determinado se ponen de pie y dan pequeños pasos apoyados o tomados de la mano de sus padres. Cada tropiezo, cada pequeña caída es necesaria para fortalecer músculos y para atreverse a volver a intentarlo.
Esto sucede igual con la resiliencia: todos nacemos con una predisposición a enfrentar los fracasos, pero el entorno y ciertos factores nos ayudan a fortalecerla.
Perfección, Fragilidad y miedo: Tres Enemigos de la Resiliencia
La fragilidad, entendida como la condición de “rompernos” o “fracturarnos” ante eventos o situaciones de poca intensidad, es lo contrario a la resiliencia. Un estudiante que aplace un examen y decida abandonar sus estudios por ese fracaso, tendrá serias dificultades el resto de su vida, sobretodo cuando se enfrente a situaciones más demandantes emocionalmente.
La perfección suele alejarnos del error, recordemos que la resiliencia surge ante la adversidad. Quien no fracasa o no se equivoca ha tenido poco margen para desarrollar su resiliencia. Cuando vivimos situaciones muy fuertes (muertes, accidentes, separaciones, catástrofes naturales) y logramos sobrellevarlas de manera sana, generamos una frase fundamental para afrontar futuras adversidades “Si logré sobreponerme a esto… como no voy a sobreponerme a esto otro”. Es como una suerte de mochila donde vamos acumulando todas las veces que logramos sobreponernos, lo que nos ayuda darle perspectiva a las nuevas situaciones que enfrentamos.
El miedo es la angustia que sentimos por un riesgo o daño , puede ser real, imaginario o incluso desproporcionado. Tenerle miedo a un león está justificado porque tu vida depende de ello, pero tenerle miedo a una cucaracha es desproporcionado, porque es imposible que ese pequeño ser, acabe con tu vida. Sin embargo, las fobias, funcionan de esa manera, son miedos irracionales.
“A veces tocar fondo es una maravillosa oportunidad para rehacer tu vida”
J.K, Rowling
7 claves para desarrollar resiliencia. Cómo ser más resiliente
A continuación, podrás conocer 7 áreas donde debes trabajar para fortalecer tu resiliencia y ser más resiliente:
Autoconocimiento: En la medida en que tenemos claros quienes somos, estamos en capacidad de conocer las fortalezas y debilidades que nos ayudan a enfrentar las adversidades. La identidad personal la puedes definir con tres preguntas claves:
¿Quien Soy?: que representa el auto concepto, donde incluyes tus creencias, valores, debilidades, fortalezas, talentos e incluso la imagen que tienes de tu propio cuerpo (autoimagen)
¿Cómo me ven?: que habla de la hetero percepción, es decir la imagen que tienen otros de mí. Lo que otros perciben de nosotros moldea la forma en que nos tratan, y por ende nuestro comportamiento hacia ellos.
¿Quién quiero ser? que representa nuestras aspiraciones o ideales. Nuestras acciones se mueven en gran medida por lo que queremos conseguir o llegar a ser.
Solución de problemas: La adversidad nos suele poner en una encrucijada con tres opciones: negar, afrontar o superar . La negación es simplemente una conducta de huida, el miedo pudo más que nosotros y decidimos desconectarnos. Cuando intentamos resolver un problema ya estamos afrontándolo y si nuestra acción dio resultado sentimos que lo hemos superado. Cuando resolvemos problemas reforzamos la creencia en nosotros mismos, nos da fuerza adicional para futuras situaciones conflictivas. (*Nota: Puede interesarte Como gestionar preocupaciones)
Apoyo Social: La mayoría de las personas tiene la falsa creencia que el desarrollo de su resiliencia es un trabajo personal, individual, que no requiere de otros. Nada más lejano de la realidad. Debemos entender que el apoyo de otros es crucial para superar la adversidad, tanto a través de ejemplos que nos inspiran como a la hora de hacernos espejo y mostrarnos nuestra propia conducta. Es un error enfrentar la adversidad con un traje de superhéroe, pensando que somos infalibles; al contrario, la humildad juega un rol fundamental, porque nos permite pedir ayuda, a fin de cuentas, hasta los superhéroes necesitan ayuda, ¿qué sería de Batman sin su fiel amigo Alfred?
Conciencia Emocional: Entender lo que estamos sintiendo y porqué los estamos sintiendo. Llamar las emociones por su nombre ayuda a minimizar el impacto negativo que puedan tener. Las emociones tienen un rol importante en tu vida, te hacen humano, de manera que definen tu esencia. La forma en que gestionas tus emociones es lo que te ayuda a superar los conflictos. Lograr controlar la ira en una discusión, permitirte llorar cuando te sientes triste, aceptar tus momentos de alegría sin sentir culpa, todas esas acciones son pequeños logros en la construcción de tu resiliencia.
Sentido de propósito: El psiquiatra y neurólogo Victor Frankl, sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración Nazi. A partir de esa experiencia, escribió el libro “El hombre en busca del sentido”. Al intentar explicar las diferencias entre las personas que sobrevivieron al holocausto y los que no lo hicieron, Frankl nos dice que el sentido de propósito es la razón principal, incluso va más allá al comentar que el sentido de la vida está en hallar un propósito, en asumir una responsabilidad para con nosotros mismos y para el propio ser humano. Así, teniendo claro un “porqué” podremos hacer frente a todos los “cómo”.
Sentido del humor: El sentido del humor a través de mediadores químicos cerebrales, como la serotonina o endorfinas, generan sensaciones y emociones positivas en el cuerpo. Desarrollar sentido del humor ayuda a entrenar al cerebro para no quedarse con la peor versión de los acontecimientos, funciona para ver el lado cómico y absurdo de su situación de enfermedad e interpretar las cosas de manera diferente, es decir, funciona como mecanismo para sobrellevar la adversidad.
Optimismo: Diferentes autores definen el optimismo como una característica de la personalidad que media entre acontecimientos externos y la interpretación personal de los mismos. Está asociado con la propensión de ver y juzgar las cosas bajo el aspecto más favorable. El optimismo ayuda a desarrollar resiliencia siempre y cuando esté revestido de una importante dosis de realidad, porque de lo contrario podríamos estar en presencia de alguien que se arriesga sin contar con los recursos necesarios para resolver el problema. Por ejemplo, para enfrentarse a un tigre hambriento no se necesita optimismo, se necesitan un buen par de piernas.
“La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias sino por la falta de significado y propósito”
Victor Frankl
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