Por Myriam Sánchez Nocea
En muchas ocasiones, hablando con compañeras y compañeras de profesión se plantea la discusión sobre las diferencias entre aptitud y actitud, así como si una es más importante que la otra a la hora de contratar o promocionar a una persona.
Sí, lo sé. Es una discusión muy vieja. Pero permitidme dos cosas: la primera, refrescar ambos conceptos. Y la segunda, la inmodestia de señalar cuál me parece más determinante en la selección de personal.
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La APTITUD es una característica del individuo que lo hace más o menos apto para desarrollar una función concreta. Puede decirse que se refiere a las habilidades (naturales o adquiridas) de una persona para realizar una determinada actividad.
La aptitud engloba características físicas y psicológicas o emocionales: puedes tener un pulso estupendo para poder montar una maqueta, pero también puedes carecer de la paciencia necesaria para terminarla.
Por tanto, la aptitud implica, de una lado, capacidad/habilidad: poder/saber hacer algo; y de otro, disposición/voluntad: querer/tener interés en hacer ese algo.
Y mientras que la capacidad y la habilidad suelen estar siempre ahí (salvo excepciones por enfermedad o por no ejercitarlas), la voluntad puede variar en función de muchos factores, internos y/o externos al individuo.
La ACTITUD, en cambio, es casi exclusivamente una cuestión de voluntad, de disposición, de empeño. Podríamos decir que es la manifestación casi perfecta del viejo refrán "querer es poder".
Implica fundamentalmente motivación e interés ante una actividad. Y ambos factores responden a una gran cantidad de condicionantes: desde las creencias hasta la oportunidad, pasando por la necesidad, los valores,.... Es decir, para que aparezca y para que se mantenga se requiere un detonante, más o menos visible o expreso, y con el suficiente peso para cada individuo concreto y en cada situación específica.
IMPORTANCIA EN EL PERFIL DE LOS Y LAS PROFESIONALES.
Sentados ambos conceptos , me gustaría manifestar mi opinión sobre si hay uno de ellos más importante que la otra o no; sobre si la importancia varía en función de las circunstancias (o incluso de la moda); sobre si la falta de uno convierte a la persona en un mal profesional o, al menos, en un profesional incompleto,....
Sigo opinando: para mí el/la profesional perfecto es quien reúne ambas cualidades: sabe y quiere hacer una cosa (aptitud) y pondrá la voluntad para realizarla (actitud). Utilizando una "imagen mental" que me ha regalado un gran amigo: la persona con actitud positiva siempre tiene hambre; la persona con aptitudes sólo come a las horas previstas y exclusivamente de lo que le gusta.
-Una persona con grandes aptitudes y poca actitud sabe desempeñar una función, la desempeñará bien (incluso muy bien), pero no podrá gran interés en ir más allá; se acomodará y terminará volviéndose indiferente o rutinario; y quizás hasta pierda muchas de sus habilidades por no ejercitarlas.
Pocas veces estará muy predispuesto a un cambio, siquiera mínimo, en su zona de confort, en aquello que domina.
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- Una persona con mucha actitud y pocas aptitudes será muy voluntariosa, y ello le permitirá superar algunas (o muchas de sus carencias). Pero ello no le permitirá abarcar todo lo que se le pida ni podrá afrontar con total éxito todo lo que quiera hacer. Al final, al no tener las herramientas/los conocimientos necesarios, podría acabar frustrada y perdiendo así su actitud, su voluntad.
El miedo a su falta de aptitud le podrá impedir ir más allá de su ámbito de "poder", podrá impedirle expresar sus ideas y opiniones.
- Una persona con aptitudes y con una actitud positiva suele ser una persona activa y proactiva, con grandes deseos de progreso, con iniciativa. No suele presentar resistencia a los cambios ni a las novedades; al contrario: los acepta como un reto personal y no como una amenaza a su estatus. Suelen ser personas creativas, innovadoras e imaginativas.
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Me encanta esta frase "La inteligencia académica es inerte y analítica, pocas veces provoca iniciativas creadoras o conduce a realizaciones.” (del libro La inteligencia emocional aplicada al liderazgo y a las organizaciones. Robert. K. Cooper y Ayman Sawaf, año 1997).
Esta frase y las definiciones que he dado anteriormente me llevan a considerar que la aptitud y la actitud pueden ser los elementos diferenciadores para decantarme entre un@ y otr@ candidat@ (a un puesto, a una promoción,....).
Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad". (Albert Einstein).
La actitud/la voluntad proporciona grandes herramientas: "Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes". (François de La Rochefoucauld).