¿Ya has dejado de intentar algo nuevo porque pensaste que no serías capaz? Este comportamiento se relaciona con las creencias limitantes.
¿Ya has oído aquella historia de que “quién quiere, encuentra una manera, y quién no quiere, una excusa”?
Muchas veces – ¡muchísimas! -, dejamos de realizar algo por causa de alguna excusa que nos impide intentarlo. Pero no estamos hablando de pereza o falta de motivación, sino de las creencias limitantes.
Este término es famoso y se refiere a una serie de ilusiones que nos ponemos en la cabeza y que nos limitan de varias formas.
No es raro que un pensamiento pesimista nos impida seguir nuestras ambiciones positivas. Pero, al final, ¿qué son las creencias limitantes y cómo superarlas?
¡Lee este texto y descúbrelo!
Foto: Pexels
Creencias limitantes: ¿qué son?
Aunque no seas una persona muy religiosa, debes de estar familiarizado con el término “creencia”: es creer ciegamente en algo.
Ahora, cuando hablamos de una creencia limitante, estamos precisamente tratando de un pensamiento arraigado en nuestra mente, sobre el cual no tenemos dudas, pero que limita o impide nuestras acciones.
¿Quieres un ejemplo clásico?
Pues bien, ¿quién nunca se dijo a sí mismo algo como: “aquella persona nunca se interesaría por mí, es mejor ni siquiera intentar un acercamiento”?
Por algún motivo -que proviene de tu educación, de tus experiencias sociales o incluso de una percepción personal equivocada-, crees que no eres interesante o atractivo lo suficiente.
Más que un problema de baja autoestima, estamos ante una creencia limitante. Al final, fue ese pensamiento el que impidió tu movimiento de aproximación.
Ahora entenderás mejor de dónde surgen esas ideas limitadoras. ¿Empezamos?
Pueden venir de la cuna
El medio en el que crecimos, principalmente en la primera infancia, tiene un poder inmenso de moldear nuestra personalidad.
La educación que nos dieron nuestros padres, la influencia de tíos y tías e incluso la presencia de otros niños en los primeros años de vida son factores determinantes para algunas de las concepciones y comportamientos que llevamos a la vida adulta.
De todos los familiares, los padres son los más influyentes en ese sentido – probablemente, ellos solo querían tu bien, pero debido al propio bagaje cultural y social que traían, pueden haber colocado algunas cosas no tan sanas en tu personalidad. Críticas, comentarios, autoritarismo exagerado, muchos reclamos, etc.
A veces, vienen de interacciones sociales
Las creencias limitantes que provienen de las interacciones sociales también son extremadamente comunes, incluso más que las hereditarias.
Y es que después de que nos insertamos en lugares de convivencia diversificados -la escuela, la iglesia o un curso de teatro, por ejemplo-, empezamos a tener contacto con otros mundos que van mucho más allá del que nos presentaron en casa.
Entonces, la persona puede tener contacto con prejuicios, machismos, comportamientos competitivos y por ahí…
Además, algunos patrones se incorporan muy temprano en nuestra sociedad, como la búsqueda por un determinado tipo de cuerpo, el rechazo a determinados tipos de pelo y la necesidad de tener redes sociales concurridas, citando solo algunos ejemplos.
En otras, salen desde dentro
Ahora, algunos pensamientos limitadores no vienen ni desde la cuna, ni de las interacciones sociales a lo largo de la vida, sino desde dentro de nosotros.
¿Cuántas veces no te convenciste de que no eras capaz de algo con una justificativa tonta, cuando en realidad todo lo que había era el miedo? En este caso, una autoevaluación se hace necesaria.
El miedo a fallar, de intentar cosas nuevas, de abrirse a nuevas experiencias, puede ser motivo de risa: todo eso es muy común al ser humano.
Sin embargo, las creencias limitantes son muy difíciles de deconstruirse y por eso nos quedamos por debajo de nuestro verdadero potencial.
¿Cuáles son las creencias limitantes más comunes?
Solo tienes que fijarte: cuando alguien te propone algo muy interesante o cuando surge alguna gran oportunidad en tu vida, ¿sueles rebatir enseguida con alguna frase pesimista?
Si es así, ¡tenemos una alerta de creencia limitante! Mira algunos ejemplos muy comunes:
no soy suficientemente bueno (a);
esto no es para mí;
no tengo la capacidad para solucionar este problema;
como tuve notas malas en matemáticas, nunca seré ingeniero (a);
nunca voy a aprender a conducir, además, tengo un sentido de dirección horrible;
es mejor estar en este trabajo, en vez de renunciar y arriesgarlo todo;
mejor ni siquiera me presentaré a esta posición; es que hay mucha disputa;
soy incapaz de mantener una dieta;
es demasiado tarde para intentar cambiar las cosas.
En fin, la lista es inmensa. Básicamente, cualquier pensamiento que pueda impedirte de, por lo menos intentarlo, es una creencia limitante.
Como puedes imaginar, ellas tienen un efecto negativo en nuestra vida, pues son las responsables de poner fronteras en nuestra capacidad y que a menudo podrían ser superadas con algún esfuerzo.
¿Cómo identificar y superar estas creencias limitantes?
A esta altura del texto, ya debes de haberte dado cuenta de que el manejo de las creencias limitantes es un verdadero desafío, ¿no es así?
Esto es porque ellas crean raíces y, cuando provienen de largo plazo, requieren mucho esfuerzo para cambiar nuestra concepción. Pero no te preocupes. ¡Te tenemos algunos consejos!
Mira lo que te ayudará a desprenderte de esos pensamientos.
Ábrete para los cambios
El primero – y el más difícil – paso para deshacerse de las creencias limitantes es abrirse a los cambios. No tener miedo de entrar en territorio desconocido y de salir de la zona de confort es esencial para superar tus propios límites.
Por eso, experimenta situaciones, círculos sociales u objetivos completamente diferentes de todo aquello a lo que ya estás condicionado.
Aléjate de las causas
Identificar los motivos que te conducen a las creencias limitantes también es muy válido. Si son tus padres que fueron muy rígidos, te hicieron creer que fallabas pero aún así que lo intentabas, ¿qué tal ganar un poco de distancia y cultivar otro tipo de referencias?
Si es el(la) compañero(a) que te hace sentirte poco merecedor de la felicidad, vale la pena tener una conversación seria y sincera y, tal vez, incluso revisar esa relación.
Cambia tu mentalidad
Por último, cambiar la mentalidad – es decir, tu propia manera de pensar – también es un buen camino. Empieza a creer más en ti, en tus habilidades y en tu competencia.
Muchas veces, las creencias limitantes terminan llevándonos a un auto sabotaje, cuando el intentarlo podría llevarnos fácilmente al éxito profesional o personal.
¿Qué tal decir adiós a las creencias limitantes?
Como lo has podido ver, no es imposible superar las creencias limitantes – creer en eso ya sería caer en esa trampa.
Sean hereditarias, sociales o personales, ellas pueden romperse con los cambios de comportamiento, la identificación de las causas y con ajustes en la forma en la que ves el mundo y te ves a ti mismo(a).
El resultado será alcanzar nuevos logros y tener más calidad de vida.
¿Qué tal? ¿Ya te sientes más ligero?
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