Carlos Nava Condarco
Estamos acostumbrados a procesar el dolor y el sufrimiento, pero poco entendemos el valor que tiene la celebración. Casi tan poco como lo que significa el propio agradecimiento. Aunque los seres humanos tenemos una tendencia biológica al optimismo (sin la que sería imposible la evolución), somos funcionalmente fatalistas.
Racionalizamos mucho la celebración y poco el sufrimiento. Tenemos una mente cauta y conservadora para celebrar algo y pródiga en la consideración del dolor. Y ésta lógica no ayuda, por supuesto, a extraer lo mejor que ofrece la vida.
¡Hay que aprender a celebrar las cosas buenas que pasan!
Ésta es la mejor vacuna para procesar las situaciones difíciles que acontecen. Los momentos agradables y los éxitos deben volverse memorables. Esto último quiere decir algo muy simple pero trascendental: definir algo que merece ser recordado o conservado en la memoria.
La vida no es fácil y su convocatoria es clara: se es luchador o víctima, no existe otra categoría. Quién no lucha por extraer de ella lo mejor que tiene, se convierte en una víctima. La existencia nos pone todo a disposición, pero no regala nada, todo debe ser conquistado. El costo que se debe pagar por toda conquista no es solo una constante, es por sobre todo el factor que le otorga valor.
Pero en esta lógica del ser que lucha, hemos olvidado algo fundamental: la prerrogativa que tiene el guerrero para celebrar sus victorias.
Por eso consideramos a menudo que el éxito es más bien una aspiración, una esperanza, un regalo que llega pocas veces. Olvidamos ingenuamente que el éxito nos visita todos los días en diversas formas, con ropaje distinto. A veces envuelto en una manta raída y otras en tela de seda. Menospreciamos nuestras victorias. Y esto tiene origen en algo sutil pero perverso: nuestra mentalidad avara para la celebración.
Los pueblos conmemoran religiosamente las victorias que han obtenido en campos de batalla por su independencia o liberación, pero carecen de referencia para sus victorias personales. Sus triunfos íntimos. El éxito que alcanzan sobre improbabilidades y adversidad.
Somos tan anodinos y miserables con nosotros mismos que evitamos celebrar un matrimonio, la perspectiva de tener un hijo o la fortuna de un buen negocio.
Posiblemente el agradecimiento sea, en última instancia, el acto supremo de celebración de la vida.
Si usted tiene alguna idea o tema para enriquecer nuestro Rincón Positivo, esperamos sus comentarios
Si le interesa el Rincón Positivo de la Semana anterior, puede ingresar a: Rincón Positivo de Transdoc - La Mamá Perfecta
Otros:
La Mamá Perfecta
¿Qué paso con los sueños de tu Infancia?
Restaurar nuestra tierra
La Hora del Planeta
No mueras con tu música en tu interior"
Te puede interesar:
Índice de Recetas
Índice de Tips
Temáticas: Pensamientos de la Semana