Por Muy Interesante 


Imagen / Pexels / CARLOSCRUZ ARTEGRAFIA

Estudios científicos analizan la cantidad de veces que podríamos engañar en nuestra vida cotidiana.

No mentirás ni darás falso testimonio», es el octavo mandamiento del catolicismo. Lo cierto es que mentir es una característica muy habitual en los seres humanos. ¿Pero con qué frecuencia mentimos en nuestro día a día?

En principio, medir la cantidad de veces que una persona miente a lo largo del día es una tarea complicada, que, además, puede variar notablemente de un individuo a otro. Por eso, sería casi imposible establecer un número exacto que pueda aplicarse de forma general.

Sin embargo, algunos estudios han abordado este asunto desde diferentes puntos de vista, y algunos resultados han llamado la atención de muchos investigadores. Ahora bien, muchas de estas mentiras son piadosas y se formulan por evitar conflictos o preservar la propia imagen, por lo que establecer una conclusión es todo un reto para la ciencia.

Un estudio publicado en 2002 por la revista ‘Journal of Basic and Applied Social Psychology’ y liderado por el psicólogo Robert Feldman, encontró que, en promedio, las personas reconocen alrededor de dos mentiras al día.

Pero es importante señalar que estos datos se basan en la autoevaluación de los participantes. Por ejemplo, en la mayoría de las investigaciones sobre la mentira se pide a los voluntarios que informen sobre con qué frecuencia han mentido durante el último día o la última semana.

Lo cual quiere decir que las personas pueden subestimar o no ser plenamente conscientes de todas las veces que mienten. Pero, además, otra cuestión es si realmente se puede confiar en que los mentirosos digan la verdad sobre sus propios embustes en este tipo de encuestas.

A mediados de los noventa, la psicóloga de la Universidad de California, Bella DePaulo, lideró un estudio sobre la frecuencia de las mentiras y ya ofreció algunas pistas sobre el asunto. En aquella ocasión, se centró en las interacciones cara a cara entre un grupo de estudiantes universitarios y otro grupo de voluntarios desconocidos.

Los resultados mostraron que estos mintieron una media de una vez al día, mientras que los estudiantes lo hicieron una media dos veces al día. Estos hallazgos se han tomado como referencia en el campo de la investigación sobre la honestidad en múltiples ocasiones, contribuyendo a que muchos investigadores asumieran que mentir es algo habitual.

Pero obviamente, estos datos no se pueden extrapolar a todos los individuos. Y es que, la cantidad de mentiras no solo puede variar dependiendo del contexto, sino que, además, también es posible que haya algunas personas que mientan compulsivamente y otras que lo hagan muy pocas veces.

Precisamente, este segundo escenario fue lo que se dio en un influyente estudio de 2010, con lo que descubrieron Kim Serota, investigador de comunicación de la Universidad Estatal de Michigan, y sus colegas.

Esta vez, de un total de 1.000 participantes estadounidenses, el 59,9 % afirmó no haber dicho ni una sola mentira en las últimas 24 horas. Por su parte, de los que admitieron haber mentido, la mayoría reconoció haber relatado muy pocas mentiras. En suma, los participantes admitieron un total de 1.646 mentiras, aunque la mitad de ellas procedía de sólo el 5,3 % de los participantes.

Una tendencia en los datos que se ha repetido varias veces, tal y como indican los investigadores. Y es que, según los expertos, mentir tiende a ser poco frecuente, salvo en el caso de un reducido grupo de mentirosos habituales, como señala Christian B. Miller, profesor de filosofía de la Wake Forest University.

Las mentiras dependen del contexto
Ahora bien, los expertos recuerdan que el contexto también influye a la hora de contar una falsedad. ¿Son más frecuentes las mentiras a través de mensajes de texto o por teléfono? ¿Se dan con más facilidad entre lazos cercanos o con desconocidos?

Por un lado, las investigaciones sugieren que el medio no importa demasiado. Por ejemplo, un estudio de 2014 dirigido por Madeline Smith, investigadora de comunicación de la Universidad Northwestern de Illinois, descubrió que cuando se pidió a los participantes que revisaran sus mensajes de texto más recientes, el 23% dijo que esas conversaciones no contenían mentiras. Según las respuestas, la gran mayoría dijo que el 10% o menos de sus textos contenían mentiras.

Otra investigación reciente de David Markowitz, de la Universidad de Oregón, ha reafirmado resultados anteriores en los que se habían comparado los porcentajes de mentiras utilizando distintas tecnologías. A partir de los datos de una encuesta realizada a 205 participantes, Markowitz descubrió que, de media, la gente decía 1,08 mentiras al día, aunque se daban con más asiduidad en los que mienten con frecuencia.

Según los investigadores, los porcentajes no solo eran bastante bajos, sino que “las diferencias entre la frecuencia con la que se mentía a través de distintos canales no eran significativas”.

Por otro lado, podría pensarse que la gente es más propensa a mentir a desconocidos que a amigos y familiares, teniendo en cuenta la impersonalidad de la interacción en un caso y los lazos de afecto y preocupación en el otro.

No obstante, el estudio de DePaulo sugirió que las personas tienden a decir lo que ella denomina como “mentiras cotidianas” con más frecuencia a los desconocidos que a los familiares. Por ejemplo, “cuando se trata de mentiras leves como «le dije (que) sus magdalenas eran las mejores del mundo» o cuando exageramos al decir lo mucho que lo sentimos al llegar tarde”, en palabras de la investigadora.

En lo que respecta a mentiras sobre asuntos más graves (como una infidelidad o una lesión), la tendencia es distinta. En el caso del mencionado estudio, el porcentaje de mentiras fue reconocido respectivamente por un 53 % y un 72,7 % en los dos grupos participantes.

En estas situaciones, según Miller “no sorprende tanto que la gente valore más no dañar sus relaciones que ser honesto”. Por último, en lo que respecta a temas de mayor calado, otros datos también revelaron que los participantes mienten más a amigos y familiares que a desconocidos.

Aun así, conviene resaltar que la frecuencia de las mentiras puede depender de factores individuales, culturales y contextuales. Además, hay muchas otras variables que podrían examinarse, como la edad, el sexo, la religión o la afiliación política, entre otros.

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