Por Muy Interesante
Imagen / Pexels / Craig Adderley
La curiosidad es una disposición natural y humana que impulsa a las personas a buscar conocimiento, entender el mundo que las rodea y explorar nuevas experiencias. Es un impulso cognitivo, emocional e intelectual que se manifiesta en el deseo de descubrir, aprender y comprender.
La curiosidad puede expresarse de diversas formas, desde hacer preguntas y buscar respuestas hasta explorar nuevos lugares, ideas o habilidades. Es un factor fundamental en el proceso de aprendizaje y desarrollo personal, ya que nos motiva a ampliar horizontes y afrontar lo desconocido.
Sin embargo, aunque sea un rasgo innato de los seres humanos, hay ciertas personas que se distinguen por ser extremadamente más curiosas que otras. Pero ¿cuáles son los rasgos que los caracterizan?
Desde la década de 1950, los psicólogos han ofrecido teorías contrapuestas sobre lo que hace que una persona sea más curiosa que otra. Ahora, en vez de considerarla un rasgo único, algunos expertos han determinado que existen cinco dimensiones distintas de la curiosidad.
En concreto, después de analizar y sintetizar varios estudios precedentes al respecto, un equipo de investigadores de la Universidad George Mason publicó en 2017 un trabajo en Journal of Research in Personality, en el que plantean un modelo de cinco dimensiones de la curiosidad.
La primera dimensión se refiere a que estas personas se caracterizan por tener una especial sensibilidad a la falta de conocimiento, es decir, reconocen una laguna en el saber cuyo “llenado” les ofrece alivio. “Este tipo de curiosidad no es necesariamente agradable, a pesar de que las personas que la experimentan trabajan sin descanso para resolver problemas”, afirman los investigadores.
La segunda dimensión de la curiosidad es la exploración placentera, o dicho de otro modo, dejarse llevar por el asombro ante las características fascinantes del mundo. Se trata de un estado que genera satisfacción; “las personas que lo experimentan parecen tener un sentimiento de alegría de vivir”, remarcan.
La tercera dimensión incluye la curiosidad social: hablar, escuchar y observar a los demás para saber lo que piensan y hacen. “Los seres humanos son animales intrínsecamente sociales, y la forma más eficaz y eficiente de determinar si alguien es amigo o enemigo es obtener información. Para ello, algunos pueden incluso fisgonear, escuchar a escondidas o cotillear”, en palabras de los científicos.
La tolerancia al estrés es la cuarta dimensión, según los investigadores, y se refiere a la predisposición para aceptar e incluso aprovechar la sensación de ansiedad asociada a la novedad. “Las personas que carecen de esta capacidad ven lagunas de información, experimentan asombro y se interesan por los demás, pero es poco probable que den un paso adelante y exploren”, aclaran.
¿Qué define a las personas extremadamente curiosas?
Por último, la quinta dimensión alude a la búsqueda de emociones, es decir, estar dispuesto a asumir riesgos físicos, sociales o económicos para adquirir experiencias diferentes, complejas e intensas. Según los investigadores, “para las personas con esta capacidad, las ganas por afrontar la novedad es algo que hay que amplificar, no reducir”.
En paralelo, gracias a una encuesta realizada a 3.000 personas en Estados Unidos, descubrieron hasta cuatro tipos distintos de personas curiosas: los apasionados (28 % de la muestra), los resolutivos (28 %), los empáticos (25 %) y los evasivos o introvertidos (19 %).
La curiosidad en el ámbito profesional
Por otra parte, para validar este modelo donde se diferencian los cinco rasgos de las personas extremadamente curiosas, el equipo llevó a cabo distintas pruebas: “Realizamos encuestas por todo Estados Unidos para descubrir cuáles de esas dimensiones conducen a mejores resultados y beneficios”.
Por ejemplo, indagaron sobre las características de la curiosidad en el ámbito laboral. Según sus resultados, “cuatro de las dimensiones -exploración placentera, sensibilidad a la falta de conocimiento, tolerancia al estrés y curiosidad social- mejoran los resultados laborales”.
De hecho, señalan, las dos últimas parecen ser especialmente importantes: si no pueden tolerar el estrés, los empleados son menos propensos a buscar retos y recursos y a expresar su desacuerdo. Por ello, es más probable que se sientan enervados y se desvinculen.
Además, aseguran, “los empleados socialmente curiosos son mejores que los demás a la hora de resolver conflictos con sus compañeros, tienen más probabilidades de recibir apoyo social y son más eficaces a la hora de crear conexiones, confianza y compromiso en sus equipos. Las personas o grupos con altos niveles en estas dimensiones son más innovadores y creativos”.
Por último, tras una encuesta realizada a 3.000 trabajadores en China, Alemania y Estados Unidos, descubrieron que el 84% cree que la curiosidad sirve para catalizar nuevas ideas, el 74% piensa que inspira talentos únicos y valiosos, y el 63% cree que ayuda a conseguir ascensos.
“La exploración placentera se asocia más con la experimentación de emociones positivas intensas; la tolerancia al estrés se relaciona con la satisfacción de sentirse competente, autónomo y que forma parte de algo; mientras que la curiosidad social se vincula más con ser una persona amable, generosa y modesta”, concluyen.
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