Por Muy Interesante
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La paradoja de la felicidad nos recuerda que nuestras percepciones sobre lo que nos hará felices no siempre pueden coincidir con la realidad. Por eso, los expertos sugieren que es preferible centrarse en otros aspectos.
Amenudo, perseguimos cosas que pensamos que nos aportarán felicidad, como el éxito profesional, la riqueza material o la fama. Sin embargo, nos damos de bruces contra la realidad: cuando alcanzamos estos objetivos, no experimentamos lo que esperábamos.
La ciencia ha denominado este fenómeno como paradoja de la felicidad. En concreto, se refiere a la discrepancia entre lo que creemos que nos hará felices y lo que realmente nos hace felices en la práctica. Este concepto se ha estudiado en varios campos, desde la psicología hasta la neurociencia, con el objetivo de comprender cómo alcanzar y mantener un estado de felicidad genuina en nuestras vidas.
Un estudio publicado en 2018 ‘Nature Human Behaviour’ reveló que las personas que priorizaban la búsqueda de la felicidad personal tendían a experimentar menos emociones positivas y más emociones negativas en general. Unos hallazgos que sugieren que tratar de maximizar constantemente la propia felicidad podría tener el efecto contrario y socavar nuestro bienestar emocional.
De igual forma, los trabajos en psicología positiva han revelado que la búsqueda obsesiva de la felicidad como un objetivo en sí mismo puede conducir incluso a niveles más bajos de bienestar emocional. Así, los expertos apuntan a que puede ser más efectivo enfocarse en aspectos como las relaciones, el crecimiento personal o el sentido de propósito.
En un artículo científico publicado en 2007 en Journal of Happiness Studies, el investigador Mike W. Martin refrendó la idea de que, para conseguir la felicidad, hay que olvidarse de ella, puesto que contiene varios elementos paradójicos relacionados con objetivos, éxito, libertad o actitudes. “Con un poco de suerte, al perseguir actividades y relaciones significativas, la felicidad vendrá como un subproducto”, explicó.
“Cada área transmite una verdad unilateral que debe equilibrarse con las demás”, en sus palabras. Así pues, Martin señala que la complejidad de la felicidad radica en su interacción con otros valores, como la moralidad, el significado o sentido de propósito y la realización personal.
Además, Martin plantea que la felicidad, entendida como bienestar subjetivo, implica evaluar positivamente nuestras vidas y vivir con un sentido de bienestar. Sin embargo, también advierte que la felicidad no debe confundirse ni con el placer ni con concepciones normativas de una “verdadera” felicidad. En lugar de buscarla de manera directa, el investigador entiende que esta surge como resultado de perseguir actividades y relaciones que consideramos importantes y satisfactorias.
Pero el estudio de Martin no es el único que apunta en esta dirección. En otro trabajo publicado en 2011 en la revista Emotion, la científica Iris B. Mauss y su equipo descubrieron que querer ser feliz podía tener un efecto negativo inesperado e incluso podría acarrear sensación de soledad.
“Esforzarse por ser feliz podría dañar las conexiones de las personas con los demás y hacer que se sientan solas”, aseguraron los investigadores. Y es que, según su argumento, cuanto más se induce a las personas a valorar su felicidad, más solas se pueden sentir.
Así, según los expertos, el hecho de priorizar los resultados personales y centrarse en uno mismo puede acabar menoscabando nuestra relación con los demás. De este modo, las personas que, por ejemplo, buscan arduamente tener una autoestima alta, suelen desatender las necesidades de su entorno.
Para llegar a estas conclusiones se basaron en dos experimentos. En el primero, se observó durante dos semanas a un grupo de participantes utilizando diarios, y se encontró una correlación entre el valor que las personas atribuían a la felicidad y el sentimiento de soledad.
En el segundo experimento, se llevó a cabo una manipulación experimental para inducir a las personas a valorar la felicidad, lo que resultó en un aumento de la sensación de soledad, medida tanto por autoevaluaciones como por un índice hormonal (progesterona).
Hábitos para mejorar la felicidad
Así, estos resultados sugieren que la búsqueda obsesiva de la felicidad puede tener un efecto contraproducente, aumentando la sensación de soledad en lugar de promover el bienestar emocional. En conjunto, “querer ser feliz puede tener a veces efectos opuestos a los de ser feliz. Por lo tanto, es posible que para cosechar los beneficios de la felicidad la gente deba desearla menos”, subrayan los investigadores.
En cualquier caso, las conclusiones de algunos estudios en esta materia indican que hay ciertos hábitos que pueden mejorar nuestra sensación de felicidad y bienestar, entre los que se incluye: socializar o mejorar nuestras relaciones sociales, ayudar a los demás o tener pequeños gestos agradables con otras personas, expresar gratitud y practicar ejercicios como el mindfullness o la autocompasión.
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