¿Qué sería del perro si se extinguiera la humanidad?

¿Qué sería del perro si se extinguiera la humanidad?

Fuente: MUY INTERESANTE, 27/07/2024 08:55 am

Por Muy Interesante 


Imagen / Pexels / Bekka Mongeau

¿Podría esta especie con la que hemos coevolucionado arreglárselas sin provisiones de comida, cuidados y mimos regulares?

Incluso para sus mayores fans, los perros pueden parecer ridículamente carentes de habilidades de supervivencia. Rufus sale a toda velocidad detrás de una ardilla con una expresión de gran determinación, solo para llegar a un árbol cercano mucho después de que la ardilla se haya puesto a salvo. Bella ladra ferozmente a una estatua de metal de un alce.

Poppy acecha a una bolsa de papel arrastrada por el viento por la acera. Dickens se niega a salir a orinar porque está lloviendo. Jethro corre a casa con el rabo entre las piernas cuando se encuentra con un animal salvaje cerca.

Estas anécdotas son una fuente común de diversión en los parques para mascotas, en las redes sociales y en las conversaciones relacionadas con los perros.

Pero detrás de las risas se esconde una seria cuestión científica: si los humanos desaparecieran repentinamente de la escena, ¿podrían sobrevivir los perros? Después de decenas de miles de años de domesticación, ¿podría esta especie con la que hemos coevolucionado arreglárselas sin provisiones de comida, cuidados y mimos regulares?

Intrigados por esta cuestión, se ha explorado como experimento mental en el libro Un mundo de perros. A partir de la teoría evolutiva y de la creciente investigación sobre perros en libertad, imaginamos un futuro posthumano para los canes. Intentamos averiguar qué aspecto tendrían, cómo se alimentarían, reproducirían y criarían, la naturaleza de su vida social y las habilidades cognitivas y emocionales que necesitarían para desenvolverse con éxito en un mundo en el que deben competir, cooperar y coexistir con otros animales.

El resultado nos sorprendió. No solo puso de manifiesto la inmensa flexibilidad de nuestros amigos caninos, sino que también reveló algunas lecciones importantes sobre cómo los humanos podemos mejorar la suerte de los perros mientras estemos aquí.

Son una de las especies de mamíferos más exitosas del planeta. Unos mil millones de ellos habitan en todos los rincones del planeta y viven en todo tipo de lugares, desde hogares y metrópolis urbanas hasta desiertos, selvas tropicales y altas mesetas tibetanas. Cuando se les pide que se imaginen un perro, la mayoría de los habitantes del Reino Unido y Estados Unidos se imaginan una mascota con correa, persiguiendo una pelota en un parque o engullendo un cuenco de comida.

En realidad, solo una pequeña minoría de los perros del mundo viven como animales de compañía, mientras que entre el 80 % y el 85 % viven de forma independiente como perros asilvestrados, de pueblo, de calle o de comunidad.

Lo que permite a los perros prosperar en nichos ecológicos tan diversos es el hecho de que, como todos los cánidos, son versátiles y oportunistas. Conservan muchos de los rasgos y comportamientos de sus parientes salvajes, como los lobos, los coyotes y los chacales, con los que todavía pueden cruzarse.

Es posible que los perros de compañía no sean criados de forma que cultiven estas habilidades. Sin embargo, como especie, no han «olvidado» cómo buscar comida, cazar, procrear, criar a sus hijos, llevarse bien en grupo y defenderse a sí mismos y a sus hogares. Esta capacidad de adaptación hace que los perros puedan sobrevivir e incluso prosperar en un mundo posthumano.

 

Los perros no se «desdomestican»

Sin embargo, la transición años después de la desaparición de los humanos sería difícil. Satisfacer las exigencias asociadas a la pérdida brusca de nuestro apoyo requeriría adaptaciones conductuales, neuronales, anatómicas y fisiológicas, y una buena dosis de suerte. La distribución geográfica de los perros cambiaría.

Incluso los que viven en libertad tienden a estar cerca de los humanos, pero si no hubiera gente, se verían obligados a buscar otros ecosistemas. Probablemente, se produciría una importante mortandad durante los primeros años. Pero la evolución adaptaría a los perros a su nueva vida, ya que los individuos más capaces de enfrentarse a nuevos y diversos retos tendrían más probabilidades de sobrevivir y transmitir sus genes. Como resultado, las siguientes generaciones serían genéticamente más aptas y más capaces de aprender habilidades de supervivencia para sí mismas y para otros perros.

Por muy convincente que sea la idea, los perros no se «desdomesticarían» y volverían a ser lobos. Una forma de conceptualizar sus posibles trayectorias evolutivas es centrarse en lo que los biólogos denominan estrategias vitales. El objetivo es entender cómo evolucionan los organismos para equilibrar los costes energéticos de la supervivencia, el crecimiento y la reproducción.

Este enfoque de la evolución de los perros posthumanos plantea cuestiones clave, como qué estrategias vitales convergerían con las de otros cánidos, cómo se engranarían distintas variables, como el tamaño corporal y el comportamiento alimentario, y cuánto tiempo tardarían en producirse los cambios evolutivos de forma y comportamiento.

El reto más inmediato y significativo al que se enfrentan los perros posthumanos sería la adquisición de alimentos.

Casi todos los perros, incluso los que no reciben ayuda humana directa, dependen en cierta medida de los subsidios alimentarios de los humanos, que es una forma elegante de decir que se comen nuestra basura, nuestros residuos (sí, nuestras heces) y nuestras limosnas. Los perros son generalistas con una dieta muy adaptable, por lo que podrían sobrevivir con una amplia gama de alimentos, desde plantas, bayas e insectos hasta pequeños mamíferos y pájaros, y quizás incluso algunas presas más grandes. Los perros posthumanos comerían todo lo que pudieran conseguir.

 

Diferentes nichos ecológicos

Las diferentes estrategias de alimentación evolucionarían con el tiempo en función de su nicho ecológico, la disponibilidad local de alimentos y la competencia con otros animales. Su dieta se vería limitada por sus capacidades físicas y, a su vez, influiría en su evolución. 

Con el tiempo, las diferentes poblaciones podrían incluso convertirse en especies distintas, utilizando diferentes estrategias de alimentación para llenar una gama de nichos ecológicos. El cambio físico sería rápido una vez que la selección artificial dirigida por el hombre fuera sustituida por la selección natural.

Los humanos han criado a los perros para que adopten una amplia gama de formas y tamaños. Los primeros en desaparecer serían los rasgos inadaptados, como los hocicos extremadamente cortos, que pueden impedir la respiración, y los pliegues pronunciados de la piel, que pueden albergar microbios causantes de enfermedades. Dentro de unas pocas generaciones, la mezcla de razas probablemente daría lugar a que todos los perros se parecieran mucho a los actuales perros asilvestrados: de tamaño medio, con orejas puntiagudas, hocicos alargados, colas rectas y pelaje marrón rojizo de longitud media, que sería más fino o más grueso dependiendo de su hábitat. 

Sin embargo, a largo plazo, las poblaciones que quedaron aisladas geográficamente o debido a la especiación podrían evolucionar con características físicas distintas, moldeadas por cambios genéticos aleatorios o por la adaptación a un nicho específico.

Las estrategias de apareamiento y reproducción de los perros posthumanos no tendrían que cambiar tanto como su aspecto o su ecología alimentaria. Sin embargo, podría haber algunos cambios, ya que la selección natural favorece las estrategias que conducen a un mayor éxito reproductivo en ausencia de los humanos.

Entre ellas podrían estar un flirteo más prolongado y ritualizado, volver a entrar en celo una vez al año, como los lobos, en lugar de dos, y una mayor implicación de madres, padres, tías, tíos y de individuos ajenos a la familia en la crianza.

 

Trabajo en equipo

En un mundo sin humanos podrían funcionar muchas formas diferentes de organización social, como la formación de parejas unidas, pequeños grupos y manadas más grandes. Sin embargo, para tener éxito, los perros tendrían que perfeccionar sus habilidades sociales, incluyendo la comunicación de intenciones y la resolución de conflictos.

Como todos los animales sociales, los canes son capaces de aprender los unos de los otros y esto sería crucial para la supervivencia. Las habilidades desarrolladas durante el periodo de socialización temprana de los cachorros serían especialmente importantes.

La vida interior de los perros posthumanos también cambiaría a medida que evolucionaran las habilidades cognitivas y la inteligencia emocional necesarias para interactuar con otros animales y convertirlos en miembros exitosos de las comunidades salvajes.

Puede que solo sea un experimento mental, pero puede ser útil ver a los perros como animales salvajes.

Considerarlos así puede ayudarnos a pensar en cómo darles la mejor vida posible hoy en día, especialmente a los de compañía con los que compartimos nuestros hogares y que pueden vivir en condiciones sorprendentemente estresantes porque están cautivos y no pueden satisfacer sus necesidades e impulsos básicos sin nuestra ayuda.

Ya existe una increíble diversidad en la forma en que los perros se abren camino en el mundo y se relacionan con los humanos. Reconocerlo puede recordarnos que no existe un perro universal. Debemos tener cuidado de no hacer generalizaciones sobre lo que hacen o no hacen, o incluso sobre lo que es bueno o malo para ellos: hay que centrarse en los individuos.

Sin embargo, observar el comportamiento de los perros en libertad puede ayudarnos a identificar cómo tienden a comportarse cuando se les deja a su aire y así entender y apreciar mejor los antiguos impulsos que todavía acechan en el cerebro de los perros, influyendo en lo que hacen y en cómo se sienten. Los que vivimos con perros de compañía debemos hacer todo lo posible para permitirles y animarles a realizar una amplia gama de comportamientos típicos y apropiados para un perro. Debemos dejar que utilicen sus sentidos (como su increíblemente activo olfato) y que se relacionen con otros perros si lo disfrutan, y también debemos crear vínculos fuertes con ellos que les ayuden a convertirse en los seres emocional y socialmente inteligentes que son por naturaleza.

Nuestro control sobre la cría de animales de compañía conlleva otra gran responsabilidad. Ciertos rasgos hacen que los perros se adapten mejor a diferentes condiciones y tengan más probabilidades de sobrevivir y disfrutar de la vida. Otros hacen lo contrario.

Es difícil pensar en un escenario, futuro o presente, en el que los rasgos inadaptados sean buenos para un perro. Deberíamos dejar de criar selectivamente mascotas por características que solo sirven a los deseos estéticos humanos, como el tamaño extremo, los pliegues excesivos de la piel, los ojos saltones y las caras aplastadas. No es agradable imaginar un mundo en el que los humanos no existen, pero es un ejercicio importante. Cuando dejamos de situarnos en el centro de la imagen, de ser el centro de todo, podrá surgir un pensamiento mucho más fructífero y productivo. Nos ayuda a iluminar quiénes son los perros en sus propios términos y cómo nuestras relaciones con ellos pueden beneficiarnos a ambos. Todos salimos ganando.

 

Es la vida de un perro

Los perros han coevolucionado con los humanos y seguramente se enfrentarían a algunos retos sin nosotros. Sin embargo, también ganarían mucho física, psicológica y socialmente si las personas desaparecieran de repente.

CONTRAS:

No hay comida ni acceso a fuentes de alimentación humana. 
Mayor riesgo de enfermedades, lesiones y depredación por parte de otros animales. 
No hay atención veterinaria ni medicamentos para el dolor o el malestar psicológico. 
Pérdida de alojamiento confortable y aseo humano. 
Pérdida de compañía humana y de estimulación mental.

PROS: 

Control total sobre el movimiento, la reproducción y la vida social. 
No hay experimentación, ni peleas de perros, ni sobrealimentación, ni maltrato. 
No hay mutilación, como el corte de la cola, el descortezado ni el recorte de las orejas. 
Una mayor y más apropiada estimulación sensorial para el perro. 
No hay cría selectiva de rasgos debilitantes e inadaptados.

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