Carlos Nava Condarco
El miedo a cometer errores es un poco el miedo a la vida misma. Como es un hecho inapelable que nadie puede conocer el futuro, nadie puede estar seguro de las consecuencias que puedan tener las acciones o las decisiones que se tomen en el presente. La vida no es solo un devenir, es principalmente un por-venir y esto es precisamente lo que más temor provoca. Las cosas más importantes son las que sucederán mañana, no las que sucedieron ayer; con referencia a estas últimas tenemos el íntimo consuelo que ya nada podemos hacer al respecto, sin embargo en términos de lo que sucederá mañana nos sentimos plenamente responsables. La “modelación” del mañana precisa acciones hoy.
Curiosamente, el control relativo de lo que sucederá mañana se incrementa en cuanto mayores sean nuestras acciones y decisiones presentes. La inacción nos deja a merced del azar y del capricho de las circunstancias. Y aunque en realidad esto último es lo que más temor debiera provocarnos, usualmente se da lo contrario: tenemos temor de equivocarnos en las acciones y decisiones que adoptamos hoy.
Actuar y tomar decisiones es la única forma de no ser víctima de las circunstancias, es la única forma de trascender los minúsculos portales de espacio-tiempo que conforman la vida con un mínimo de control. Si esta posibilidad nos fuera negada, terminaríamos siendo como el agua estancada que pronto se descompone.
Actuar es un imperativo humano y tomar decisiones es una consecuencia natural, por ello la posibilidad de cometer errores es un hecho concreto. Nadie está exento de esto. Los errores califican la acción y a este motivo específico le deben su virtuosismo, ni más ni menos, los errores son una virtud, porque acompañan la dinámica sin la que no pudiera explicarse el desarrollo de la vida. Donde exista una historia de desarrollo y de progreso existirá una historia de errores, donde exista una grandiosa historia de desarrollo y de progreso existirá una grandiosa historia de errores. En el análisis fino de la evolución del hombre seguramente habrá que concluir que ella es más bien una historia larga de cuantiosos errores y unos pocos aciertos.
¡Cometa errores por favor! Esta es la medida de sus acciones y de sus decisiones, esta es la medida de su interés por aprender y acumular experiencia. Esta es la forma de responsabilizarse por su propio futuro y no ser sólo un accidente del azar o de las circunstancias. Por último esta es la prueba mayor de que usted está trabajando de una forma que nunca podrá ser reemplazada beneficiosamente por una máquina. Y no pierda de vista que si usted está trabajando en un ambiente que mistifica el acierto y castiga el error, probablemente se encuentra en el lugar equivocado.
Un fraile anónimo de un ministerio de Nebraska decía esto en una carta póstuma: “si yo pudiera volver a vivir mi vida, trataría de cometer más errores la próxima vez…”
¿Se da usted cuenta del enorme costo que está involucrado en el proceso difícil y doloroso de evitar el error?, ¿se da usted cuenta que de tanto tiempo que invertimos en evitar los errores apenas sí percibimos y disfrutamos de los aciertos?, ¿puede imaginarse cuantas oportunidades perdemos en la vida tan sólo tratando de evitar el error?, ¿puede calcular la cantidad de Libertad que resignamos?
¿Sabe?, ¡olvide el miedo de cometer errores!, ¡deje el prejuicio atrás! En los errores se explica la búsqueda del éxito, cometiéndolos se vive más porque se llega más lejos.
La mejor forma de aprender es cometiendo errores
Aprende de tus errores
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