Por Carlos Nava Condarco
Un coleccionista es alguien que reúne, clasifica y guarda algo esencialmente por interés o gusto. En ese sentido, puede parecer extraño coleccionar los NO recibidos en la vida, pero hacerlo tiene una enorme ventaja estratégica.
Hay enseñanzas muy importantes detrás de cada NO que se presenta en el viaje personal o profesional en esta tierra. Lecciones que nunca proporcionan el éxito o los objetivos alcanzados. Las experiencias más valiosas no se encuentran en los SI, más bien en las negaciones, por muy frustrantes o dolorosas que estas sean.
Se sabe bien que problemas, dificultades y adversidades son grandes maestros. Y la realidad es que cada uno de estos representa un NO a deseos, expectativas, intereses y planteamientos. Las cosas suceden como uno quiere o no. Es una dicotomía simple.
Ahora bien, en este punto todo se vuelve interesante. Porque gran parte de las personas propende a descartar rápidamente experiencias negativas y se esfuerza en borrarlas de la memoria. Ello parece coherente con el afán humano de echar raíz en las energías positivas.
Pero algo muy importante se pierde con este rechazo (el no al NO): justamente la capacidad de multiplicar los aciertos.
¡Siempre consigue más aciertos quién menos se equivoca!
Hay de los que piensan que las victorias tienen su propio sino y trabajan arduamente para ello, pero esta tarea demanda mucha energía y enfrenta probabilidades adversas.
El coleccionista de los NO, por otra parte, sabe bien lo que debe evitarse y lo que se tiene que aprovechar. Al tener conocimiento preciso de lo que no hay que hacer, entiende lo que debe hacerse. Y esto representa, finalmente, un ahorro de energía.
Muchos llaman a esto “experiencia”, y en cierto sentido es correcto. La vida da lecciones cada momento, y en la medida que más son y mayor tiempo transcurre, mucho mejor.
Sin embargo, hay un error sutil en el entendimiento de las “experiencias” que se acumulan y el supuesto beneficio que proporcionan. Porque “experiencias” finalmente tendrán todos, y eso no garantiza nada favorable.
Para que las experiencias sean positivas, se tiene que haber aprendido algo de ellas y convertido en condicionantes de acciones futuras. Así se trasciende de la sola experiencia a la experticia.
Tener consciencia de problemas y adversidades vividas no es suficiente, puesto que ello no garantiza el aprendizaje. La experiencia positiva no emerge de la acumulación inercial de los eventos negativos. Mucho menos si ellos se tratan de olvidar o descartar.
El coleccionista de los NO que ha recibido en la vida, tiene bien presentes los eventos negativos. Los identifica y registra claramente en su memoria. Los guarda como bienes preciados y los contempla con cariño. ¿Parece absurdo? ¡Pues no lo es!, porque detrás de éste proceso SI existe una experiencia genuina y favorable.
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