Por Fernando Fernández
Siempre he detestado los manuales que aportan directrices sobre la vida, como si siguiendo un guión tuviéramos garantizado el éxito en determinada experiencia vital. Sin embargo, mi afán por el sé tu mismoy sé natural se está desplomando poco a poco en los últimos meses, al haber podido comprobar cómo algunos candidatos buenos, quedaban descartados en entrevistas de grupo de algunas empresas. A priori, se me ocurren varios motivos, pero si analizo las características de todos, hay un motivo común: la inexpresividad facial o la falta de sonrisa en la interacción con personas desconocidas.
“La sonrisa es el arma de los hombres inteligentes” Martin Luther King
La sonrisa siempre me ha resultado un instrumento de seducción insustituíble tanto para hombres como a mujeres. ¡Ojo! No hablo de seducción en el sentido sexual del término. Hablo de una seducción más sutil, más impactante y más enérgica. Es esa seducción que ejercemos al hablar con alguien nuevo con el objetivo de obtener la posibilidad de desarrollar un proyecto, ya sea personal o colectivo.
Siempre he pensado que el sentido del humor es una forma superior de comunicación que nos aleja de lo elemental y nos eleva a un espacio superior de interacción con otras personas. Por eso, cuando alguien es capaz de transmitir una sonrisa sin miedo y usar la ironía de forma agradable e inteligente, me tiene ganado. La sonrisa en primer lugar es un rasgo humano, que delata una gran seguridad personal en quien la realiza. Alguien que tiene la capacidad de sonreír de una forma sincera es muy probable que tenga la situación cualquiera que sea, controlada.
En el contexto de la entrevista de trabajo hay dos momentos en los cuales, es imprescindible conceder la mejor de nuestras sonrisas. Estamos hablando del momento en que saludamos a nuestro entrevistador/a y el momento en que nos despedimos de éste. Si no sabemos sonreír en una entrevista en esos momentos críticos, podemos olvidarnos del mercado laboral hasta que nos presenten una vacante como enterradores en algún cementerio. Sonreír a lo largo de la entrevista es una forma de transmitir empatía y autocontrol, aparte de un elemento que genera distensión.
Eso sí, debemos tener en cuenta que si la ausencia de sonrisa es negativa para nosotros como candidatos, también puede ser negativo un excesivo uso de la misma. Es decir, debemos de poder controlar la distintas emociones que transcurren a lo largo de la entrevista. Podemos aprovechar momentos en los que nuestro entrevistador introduzca algún elemento cómico o desenfadado para sonreír mirando a los ojos y demostrar con nuestra sonrisa nuestra capacidad de interactuar. De esta forma, la entrevista será un diálogo abierto y eficaz.
Debemos de saber interpretar si en la entrevista podemos ir un poco mas allá a la hora de mostrar nuestro perfil personal. Ésto se puede interpretar por el sentido de las preguntas del entrevistador. Si se interesa más por tu enfoque personal y competencias sociales, es muy probable que tu perfil técnico le cuadre y sólo desee confirmar tu cuadre con la idiosincrasia de la empresa.
En resumen, una correcta y honesta administración de nuestras sonrisas en las entrevistas de trabajo, pueden ser un factor más que decida a favor nuestra candidatura. No descuidemos este aspecto en nuestra vida en general, pero todavía menos en un contexto tan importante como una entrevista de trabajo.
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